La Imagen de Jesús Nazareno de la Sangre, obra manierista realizada hacia 1590 representa a Jesús en el momento de la aceptación de la Cruz camino del Monte Calvario. Se trata de una talla de bulto redondo que conserva el rico estofado de su túnica, donde presenta una característico plegado acanalado, que resalta las formas del desnudo de las piernas hasta reunirse en un haz de pliegues entre ellas. En cuanto al movimiento y al gesto, su actitud es de un erguido avanzar, sin acusar el peso del madero. Su rostro refleja una serena mirada de aceptación de la Pasión. Su cabeza tiene un matizado modelo con una especial recreación en los pormenores del rostro, cabeza y barba. Esta obra que está enclavada, por sus características, en el último tercio del Siglo XVI y cuya atribución ha venido siendo establecida a Pablo de Rojas, se hace más patente hoy día que pudiera ser sin embargo de Diego de Vega.
Entre 1569-1583 se registra la actividad de Diego de Vega, en quién cabría reconocer el “artista-revelación” del circulo escultórico del Quinientos en Antequera. Sin demerito de otras facetas profesionales que nutren su catalogo conocido, la causa estriba, una vez más, en la popularidad y capacidad de proyección que las piezas procesionales suelen dar a sus autores. En nuestro caso, la documentación exhumada por José Escalante, puso de manifiesto que detrás de las atribuciones- algunas de estas bastante fundamentadas- a Pablo de Rojas, que pesaban sobre una serie de obras conservadas en Antequera y la vecina Archidona, se escondía el nombre y la personalidad artística de un escultor de calidad que logró erigirse en un buen intérprete de los grafismos más epidérmicos de la poética del alcalaíno, aunque haciendo valer un espíritu manierista más cercano a los desequilibrios, estilizaciones y tensiones lineales que al sentido romano de lo monumental y lo compacto. (Sánchez López )